La provincia de Castellón ofrece paisajes muy variados: desde zonas de interior montañosas con lagos y ríos, perfectos para practicar deportes como el senderismo o el barranquismo, a extensas playas de arena fina en las que disfrutar de unos días de relax con el mar de fondo.
Castellón también cuenta con un importante patrimonio cultural. Y un buen ejemplo de ello es la “ruta de las ermitas”, que nos permite conocer el entorno de la capital de una manera totalmente diferente, recorriendo caminos, huertos y montañas próximas.
¿Qué monumentos puedes visitar al hacer esta ruta?
Esta ruta, que puedes hacer a pie y que tiene un total de 20 kilómetros, comienza en el mismo centro histórico de Castellón de la Plana. Concretamente, en la ermita de Sant Nicolás de Bari, ubicada en la antigua calle d´Amunt.
Localizada donde estaba la antigua mezquita islámica, su reconversión en templo católico se produjo en el año 1535. Como curiosidad, apuntar que esta ermita recibe muchos visitantes los lunes, ya que, según la tradición de las “caminatas a San Nicolás”, los fieles que hacen tres caminatas durante tres lunes consecutivos reciben el favor de su santo titular.
La ruta de las ermitas de Castellón continúa en la ermita de Sant Francesc de la Font, ubicada en el camino viejo de Benicàssim, también conocido como Caminàs. Esta antigua vía romana fue reconvertida en camino rural y discurre en paralelo al mar. De esta modesta construcción destacan sus frescos, del siglo XVIII.
En el Caminàs se encuentran otros de los puntos de esta ruta de las ermitas de Castellón. De hecho, a poco más de 2 kilómetros encontramos la Ermita de la Magdalena, del siglo XV y declarada Bien de Interés Cultural (BIC).
Esta ermita se ubica en el cerro homónimo, donde también se encuentra el Castell Vell. La Ermita de la Magdalena es uno de los epicentros de las fiestas patronales de Castellón. Por eso, los castellonenses realizan una romería hasta aquí cada tercer domingo de Cuaresma.
La ruta nos lleva hasta otras dos de los edificios religiosos más importantes de Castellón: la ermita de Sant Roc de Canet y la Basílica de la Mare de Déu de Lledó.
El primero (Sant Roc) es el antiguo patrón de Castellón, mientras la segunda (la Virgen de Lledó) es la actual titular de la ciudad. Ambos tienen un papel relevante en las fiestas patronales castellonenses: en la ermita se hace una parada para tomar “figa i dosset” (un tentempié que consiste en unos buñuelos rellenos de higos secos y un trago de mistela o de aguardiente), mientras que en la basílica termina la Romería de las Cañas.
Sobre la Basílica de la Mare de Déu de Lledó, cabe destacar que es una visita obligatoria si quieres conocer el patrimonio de Castellón. Según cuenta la leyenda, el edificio se eleva en el lugar donde, a mediados del siglo XIV, un labrador conocido como “Perot de Granyana” encontró una pequeña imagen de apenas 6 centímetros. Su nombre también es curioso: al parecer, en ese mismo sitio había un árbol, el llenoder (en castellano almez).
El trayecto por las ermitas de Castellón sigue en la Ermita de Sant Pere Isidre i Sant Pere de Sensal, en el camino Vell del Mar y a unos 3 kilómetros de la capital. Construida a principios del siglo XVII y restaurada a finales del siglo XX, esta ermita se encuentra cerca de la Torre de Navajas, de origen medieval y que también merece una visita.
Esta curiosa ruta a pie termina en la Ermita de Sant Jaume de Fadrell, a unos 4 kilómetros del centro histórico de Castellón de la Plana y en una partida del mismo nombre en la cual, según las crónicas, existía un antiguo asentamiento cristiano que tuvo cierta relevancia en la Reconquista.
La ermita de Sant Jaume fue construida por la Orden de Santiago en el siglo XIII, y en el siglo XIV fue dedicada a su patrón. En su interior, destaca el retablo del altar mayor, de estilo rococó y datado en el siglo XVIII, y el Salón Gótico, donde se conserva el único retablo de pintura de este estilo de la ciudad: una tabla de 1545 atribuida al artista Pere Pertús.
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